Hígado: Caso clínico I

¡Hola!

En las dos entradas anteriores hemos hablado del hígado de forma general y de las pruebas de laboratorio que se utilizan para detectar patologías hepáticas. Con esta información, ya estamos preparados para enfrentarnos al primer caso clínico.

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Un estudiante de 20 años presenta un cuadro patológico similar al de la gripe con poco apetito, ganas de vomitar y dolor en el hipocondrio izquierdo (región abdominal superior a la región epigástrica). Al hacer una exploración, se observa dolor al tocar el hígado, lo cual permite sospechar que este órgano se encuentra dañado o inflamado. Tras una semana, el paciente presenta ictericia (coloración amarillenta de la piel), orina oscura y heces claras, lo cual corrobora que se trata de un cuadro sintomatológico causado por algún daño hepático.

Se realiza una analítica hepática en la primera consulta y tras una semana y se observa lo siguiente (entre corchetes se indica los valores de referencia):


En este caso, los parámetros alterados en sangre son los niveles de bilirrubina total y los niveles de las transaminasas AST y ALT y la enzima sérica GGT en el segundo análisis, mientras que los niveles de albúmina, fosfatasa alcalina (FA) y GGT en el primer análisis se mantienen dentro de los valores de referencia establecidos para cada uno de ellos. Todos los parámetros afectados han sido aumentados con respecto a los valores de referencia. En el caso de la FA sus niveles no se salen de los valores de referencia pero se observa un aumento notable.

Empezando con la bilirrubina, tras el primer análisis se observan unos niveles ligeramente superiores en sangre y presencia de esta y de urobilinógeno en la orina. Presentando el cuadro clínico inicial y con estos valores alterados de bilirrubina en sangre, en un principio el paciente podría estar mostrando bilirrubinuria. El hecho de que la orina contenga tanto como bilirrubina como urobilinógeno no aporta ninguna información relevante en un principio, dado que en condiciones normales el urobilinógeno debe estar presente en la orina a unas ciertas concentraciones. En el análisis realizado la segunda semana, y junto con la manifestación de ictericia, se observa un aumento muy grande de los niveles de bilirrubina en sangre. Además, el urobilinógeno no se encuentra presente en la orina, lo que indica algún fallo hepático o un bloqueo de las vías de transporte de sangre o de la bilis.

Por otra parte, los valores de las transaminasas se encuentran enormemente aumentados en los dos análisis realizados, presentando unos valores mucho mayores de 200 UI/L, debido a esto, podemos estar ante un caso de hepatitis aguda, necrosis hepática o cirrosis o colestasis. La colestasis se discrimina debido a que en estos casos se debería observar un aumento de los niveles de FA de unas diez veces respecto a la referencia que no se observa en estos casos, por lo que, por ahora, sospechamos que se trata de una cirrosis o una hepatitis aguda.

Como parámetro que nos puede indicar de forma más específica frente a qué nos encontramos podemos hacer el cálculo del ratio AST/ALT que es menor de 1, lo cual nos ayuda a descartar que se trate de una hepatitis alcohólica. Además, se ha observado un ligero aumento de los niveles de GGT por lo que también se descarta que nos encontremos ante una hepatitis aguda, ya que no se deberían de dar aumentos de este enzima en esos casos. Por lo tanto, habiendo descartado esas patologías y partiendo de la hipótesis inicial, es posible que se trate de una cirrosis.

A rasgos generales, la cirrosis es una enfermedad crónica y progresiva donde el tejido hepático se va destruyendo y se sustituye por tejido conjuntivo, perdiéndose la estructura del hígado, más concretamente, se podría tratar de una cirrosis biliar de primer grado con origen autoinmune donde los linfocitos T degradan los conductos biliares del hígado. Con respecto a esta enfermedad, las analíticas se corresponden con la fisiopatología de la cirrosis biliar de primer grado. Además, si bien no es notable se ha observado una disminución de la concentración de albúmina desde el análisis de la primera semana, lo cual es también síntoma de esta patología. 

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Sin embargo, cabe destacar que la cirrosis puede ser de dos tipos, cirrosis biliar que es la que se está valorando ahora o cirrosis hepática o de origen tóxico por consumo excesivo de ciertas sustancias como el alcohol. Esta segunda posibilidad se ha descartado al calcular el ratio AST/ALT, pero, aún así sería recomendable realizar un análisis de anticuerpos antimitocondriales los cuales marcan una clara diferencia entre los dos tipos de cirrosis y ayudan a sospechar más específicamente de la cirrosis biliar.. Además, no estaría de más hacer alguna prueba de imagen.

Con esto, ¡ya hemos resuelto nuestro primer caso clínico sobre el hígado! Espero que lo hayáis entendido.

¡Hasta la próxima!

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